Berlín, una ciudad para revivir, recordar y disfrutar.

Hace ya algún tiempo que quería visitar Berlín pero por una cosa o la otra nunca había tiempo para hacerlo, por fín estos días de Pascua, la he visitado y he podido disfrutar de una ciudad para revivir, recordar y disfrutar. Recorrí calles y barrios marcados por el período más negro que tuvo, no sólo la ciudad sino toda Europa y que culminó con la Segunda Guerra Mundial. Era fácil trasladarse mentalmente a aquellos momentos del período 1933-1945 en los que judios, gitanos, comunistas, gays y ciudadanos, calificados por los nazis, insociables sufrían la humillación, la tortura y la muerte de un régimen político lúgrube, aterrador y sin escrúpulos.

Paseé por WilheimStrasse lugar donde se encontraban la sede de la nueva Cancillería y de la mayoría de ministerios de la época nazi; por Belbelplatz, famosa plaza porque allí tuvo lugar la quema de libros ordenada por Hitler; vimos los restos del Cuartel General de la Gestapo, justo frente al Museo de la «Topografía del Terror», Postadamerplatz, la Puerta de Brandenburgo y la famosa avenida Unter den Linden, donde solían desfilar las tropas de la SA y la SS, lugar donde también se produjo en 1.933 la Marcha de las Antorchas.

Las emociones eran intensas y visité el Campo de Concentración de Sachsenhausen en la ciudad de Oranienburg a escasos 40 Km de Berlín. Este campo estaba destinado a ser el modelo a seguir. Sede de la Academia de la SS y lugar donde se tomaban todas las decisiones respecto al resto de campos que se encontraban tanto en Alemania como todos los países dominados por ellos. Pese a no ser un campo de exterminio allí murieron más de 50.000 personas. Interesantes lugares e historias que te llenan de emoción.

Entre y entre la ciudad es bella, armoniosa, multicultural donde prima el respecto entre ciudadanos y la libertad. Magníficos jardines para pasear y extraordinarios pulmones para un lugar donde el magnífico transporte público es la arteria principal por donde se mueven más de 3,5 millones de ciudadanos diariamente. El barrio de San Nicolás, un barrio medieval que aún conserva su carácter y belleza, lugar donde se puede comer y cenar por un precio asequible.

Vuelta al recuerdo y a las duras emociones, la visita pasa por recordar el período donde la ciudad está bajo dominio comunista, una vez liberada de la época nazi y por acuerdo tomado por las fuerzas aliadas en la Conferencia de Postdam, donde se decide la división de Berlín en 4 zonas y se establece el Telón de Acero. Paseé por las calles donde aún se conserva parte del Muro (en una sola noche consiguieron levantar unos 150 Km de muro), pisé la «franja de la muerte», me contaron historias increibles de ciudadanos que querían escapar, a algunos les costó la vida (se habla de cifras de más de 1000 muertos) otros la suerte estuvo con ellos y pudieron eludir la muerte segura. Visité Check Point Charlie, lugar de paso y frontera con las fuerzas occidentales, lugar que hoy en día se ha convertido en punto de encuentro de turistas haciéndose fotos con actores disfrazados de militares americanos para la ocasión.

Vuelta a la realidad y al cambio de chip, estuve en la Isla de los Museos, donde compartí unas horas en el Museo de Pérgamo, majestuoso. En la Catedral, que a pesar de su apariencia se terminó de construir a principios del siglo XX. El Barrio Judio, el Barrio Turco y los Tacheles fueron mi última visita de un extraordinario viaje que recomiendo a todos aquellos que indecisos o no quieran visitar esta extraordinaria ciudad. Eso sí, a pesar de algunos días de sol, he visto llover, granizar y nevar en tan solo 5 días, las temperaturas oscilaban entre -4 y 11.

Por último para aquellos que busquen alguien que les ayuden a conocer la historia de Berlín os recomiendo que os pongáis en contacto con www.cultourberlin.com, unos chicos españoles majísimos que estarán dispuestos a contaros magníficas historias de esta maravillosa ciudad.